«Asignatura pendiente aprobada» con Mª Luisa Turell, ​Licenciada en Filología Hispánica

» Asignatura pendiente aprobada»

Mª Luisa Turell, Licenciada en Filología Hispánica

Cuando era una jovencita de 16 años, me ofreció el colegio en el que yo estudiaba, la posibilidad de trabajar durante el verano de forma desinteresada en zonas muy desfavorecidas de Andalucía. Aquella experiencia, durante dos veranos seguidos, me dejó marcada para siempre. Tanto, que ocasionó que a fecha de hoy lleve treinta y seis años en la docencia y aún siga enamorada de mi profesión. Desde entonces siempre me quedó prendido en el corazón el deseo de hacer “algo más”, pero la vida me tenía reservados otros planes y me quedé sin aprobar mi asignatura pendiente hasta el verano de 2013, en el que pude ver realizado parte de mi sueño: colaborar con quien más me necesitase, y en este caso fue en Chile.
De todos es sabido el bajo nivel educativo de aquel país y que no han sabido aprovechar, ni siquiera con el cambio actual de gobierno, el tirón económico que hace de Chile uno de los países de Latinoamérica con más posibilidades de futuro.

El problema está muy ramificado, pero realmente nace de una carencia absoluta de profesorado bien cualificado y justamente remunerado. Así lo proyectan y demandan organismos como Enseña Chile, Elige Educar, Empieza por Educar, Teach for All y una larga lista de asociaciones que están luchando por elevar la cota educacional de los países. No en vano tienen como lema la famosa frase del Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela: La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.

Esta cuestión que parece elemental, es lo que los gobernantes de muchos países no demuestran que les motive en absoluto cuando legislan u organizan los presupuestos del Estado.

La situación en Chile es altamente preocupante por las razones que expongo a continuación de forma esquemática:

1. Urge la formación de los profesores, que hasta ahora han sido un colectivo desprestigiado. El 35 % de los matriculados en una carrera de Educación en 2012 no tuvo que cumplir con ningún criterio académico de selección. De manera que de cada diez futuros profesores, cuatro no cuentan con los conocimientos pedagógicos mínimos, cinco dominan tan solo lo básico y uno solamente tiene conocimientos sobresalientes.

2. Según el informe PISA, de cada cien estudiantes chilenos, uno aprende más de lo que se espera para su edad, veintiuno aprenden lo que se espera, veintisiete aprenden solo lo mínimo y cincuenta y uno no llegan siquiera al mínimo esperado.

3. En el comienzo escolar de 2011, solo el 45 % de los alumnos que terminaron el 4º Medio (2º bachillerato), se matriculó en la universidad o Centro de Formación Técnica.

4. Es el país de la OCDE donde los profesores pasan más tiempo al frente del curso sin el tiempo no lectivo necesario para la preparación de clases.

5. No hay educación pública o subvencionada de calidad y la mayoría de las universidades están en manos privadas, con ánimo de lucro. No permiten el acceso a estudios superiores a la mayoría de la población, salvo que se hipotequen las familias durante dos y hasta tres generaciones para poder dotar de estudios a sus hijos.

Esto es, en resumen, la raíz del problema que hace de Chile el país con el sistema educativo más frágil y vulnerable de la OCDE. Por esta razón, cuando en 2011 conocí esta cruda realidad en vivo y en directo, me emplacé a mí misma a poner mi granito de arena que tomó cuerpo el verano de 2013 y cuya experiencia relato a continuación.

Al conocer en profundidad la envergadura del problema, me puse en contacto con Enseña Chile y les ofrecí trabajar de voluntaria con ellos. Este organismo trabaja sobre todo formando profesores procedentes de diversas especialidades universitarias que dedican los dos primeros años de experiencia profesional a centros educativos de zonas desfavorecidas. Actúan de fermento en la masa (pues hay uno o dos por colegio solamente) trabajando afanosamente y con ilusión por preparar a los alumnos con rigor y disciplina. Si después de esos dos años desearan continuar, pueden hacerlo y, además, como formadores de otros Pech (profesores Enseña Chile). Así construyen una red de lucha incansable por la educación en Chile.

Aterrizando todo esto en lo que fue mi experiencia personal visitando centros escolares en las zonas más vulnerables, puedo decir que me asombró la carencia de normas que hay en las aulas, haciendo muy difícil la labor del docente al impartir sus materias. De hecho, me sorprendió la duración de cada clase: noventa minutos. La explicación es que la posibilidad real de aprovechamiento es de unos cincuenta o sesenta minutos. El resto se emplea en controlar la disciplina, en el intento de hacerse escuchar y de que los alumnos se dispongan a prestar atención.

Cuando lo viví en directo, lo entendí: dentro del aula y comenzada la clase, utilizan el móvil, beben Coca-Cola, patean el balón, escuchan música con cascos, entran y salen sin permiso, en fin, caos total. Amén de que todos van enfundados en abrigos, gorros, bufandas y guantes porque la calefacción no existe. Otro dato alarmante: numerosas jóvenes de trece o catorce años quedan embarazadas, siguen asistiendo a clase y cuando dan a luz abandonan los estudios.

Sin embargo, hay también anécdotas divertidas. Citaré una de un colegio de Valdivia, sur de Chile. En una clase de Lengua con alumnos de unos quince años, el profesor les hacía leer de un libro de lecturas común. Sin que ellos se dieran cuenta, me indicó que continuara leyendo yo. Estaban tan felices de oír leer en “español de España”, que me pidieron que les leyera más, a lo que accedí con un soneto de Lope de Vega y al que respondieron aplaudiendo encantados. “Es que para ellos es como ir al cine” –me aclaró el profesor–. “No se pierden ni un solo día la serie El barco, que aquí se emite doblada por españoles”.

Sería interminable contar todas las anécdotas y vivencias que se produjeron durante ese mes, pero a modo de conclusión puedo decir que el contacto con los profesores de Enseña Chile que trabajan en este proyecto común fue de gran valor humano y profesional. Y muy alentador, por cierto. El intercambio de ideas, problemas y soluciones o cualquier tipo de comentario respecto de su funcionamiento en clase, fue aleccionador. La humildad y receptividad al recibir críticas a sus errores (siempre constructivas) y la disponibilidad para el cambio, eran dignas de encomio. Claro está que los Pech son sometidos a una severa selección y se valora mucho que sean profesionales que destaquen por su calidad humana, sus ganas de aprender de los fracasos y que mantengan expectativas altas ante el proceso que inician cuando comienzan sus dos años de docencia en Enseña Chile.

Fue realmente una colaboración repleta de experiencias tan gratas como duras, pero lo que sí puedo afirmar sin dudarlo, es que dejé entre aquella gente luchadora un trocito de mi corazón, trayéndome a su vez un enorme pedazo de ilusiones y esperanzas compartidas con los que reforcé, una vez más, mi entusiasmo por mi vocación docente.