Reflexiones de fin de verano… Con Pilar Rodríguez Barahona
Se acaba. O por lo menos a la mayoría. Algunos sienten pena, otros sienten alegría, pero es lo que toca, hay que resignarse. ¿o no?
Algunos han ido a la playa, chiringuito, cañitas, niños, crema solar, acostarse tarde. En resumidas cuentas, vuelves más cansado casi que cuando te fuiste , pero dices lo que todo el mundo: Al menos has desconectado del trabajo.
Otros se han ido a recorrer mundo, mochila al hombro o maleta con exceso de equipaje porque se va con la familia, espero que no a muchos les hayan perdido la maleta, porque eso amarga el principio. Otros optaron por irse a una casa rural o a una casa en el pueblo del padre, suegro, tío, en fin, de algún pariente.
La variedad de vacaciones es infinita. Igual que las sensaciones que se tienen al volver a la rutina: Por fin en casa, donde tengo todas mis cosas. Por fin la familia sola, sin padres, primos en casa, que más que diversión y alegría, nos agotan física y mentalmente. Ahora toca comida casera, reencuentro con amigos, compañeros y recordar alguna cosa que llevaste y que has perdido por el camino. Olvídalo, ya pasó.
Los hay negativos, han tenido un amor de verano, están hartos de su pareja que les ha estado amargando las vacaciones. Pero también los hay positivos. Al menos hay que intentarlo ¿no?. A unos y a otros os dedico estas líneas.
El verano ya es pasado, comienza una nueva estación, no en el sentido meteorológico, mejor dicho, comienza el curso escolar. Para no caer en la desidia y en el cansancio mental y físico después de las vacaciones, hay que mirar hacia el futuro con optimismo. No hablo de “me apunto al gimnasio o la dieta para bajar los kilitos que nos hemos cogido en verano”, a pesar de ser kilos de más, se cogieron con gusto. Eso es fácil y muchos lo ponen como meta recién llegados de las vacaciones. Me refiero a mirar el futuro como oportunidad.
Optimismo. Palabra mágica. No es que todo vaya a cambiar recién llegados, es tener esperanza. Es importante reflexionar sobre el año que llevamos, en qué hemos fallado, en qué hemos obtenido éxito.
Una vez hayamos hecho esa reflexión, que a algunos harán en una tarde, otros tardarán más, lo importante es ser sincero con uno mismo. Ver en qué puedo mejorar, tanto a nivel personal como profesional. A partir de ahí, ponemos metas, pero metas realistas, eso es lo importante, al igual que el plazo que pongas para conseguirlos.
Esas metas realistas, con fecha de caducidad o deadline, como dirían algunos, son los que nos tienen que poner en forma después de vacaciones mental y emocionalmente.
Pensar en que siempre se puede mejorar es importante, pero más lo es ponerse objetivos personales y tratar de alcanzarlos en los plazos previstos. Ser optimista es un modo de estar, ser pensar, pero que se puede conseguir a base de esfuerzo.
Os animo a que hagáis esta reflexión, con las maletas ya deshechas y tranquilamente. Que os pongáis objetivos a corto (siempre ayuda un pequeño éxito al principio), medio y largo plazo, los más importantes que has visto, que, a base de tenacidad, esfuerzo, estudio y pasión, con ayuda externa de amigos o compañeros que os puedan ayudar o apoyar, podéis conseguir y os hará sentir satisfechos. Pero con optimismo y sin perder de vista la realidad.
Ya lo dice la R.A.E:
optimismo.
Del fr. optimisme, y este del lat. optĭmus ‘óptimo’ y el fr. -isme ‘-ismo’.
1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.
2. m. Fil. Doctrina que atribuye al universo la mayor perfección posible.
Todos podemos, ya lo dice la R.A.E., simplemente hay que intentarlo, poner esfuerzo y a por tus metas o goals, como dicen los que llaman al plazo dedline. Espero que consigáis esos objetivos, pero, sobre todo, que seáis optimistas.
.
.
Debe estar conectado para enviar un comentario.