La vida es un juego de azar que sorprende y hace vivir, a veces, al filo de lo imposible. La adversidad forma parte de ella y es la responsable de los momentos difíciles que en ella se viven ¿Quién no ha sufrido alguna vez por ella? La entereza que habita en nosotros se pone a prueba, justamente, en estos momentos. Hablar de entereza pone en danza una palabra, resiliencia, pero qué significado tiene esta palabra…De ello hemos hablado esta tarde con nuestra invitada, Lola Bogas, maestra del colegio Sagrado Corazón de la Asociación Padre Pulgar de Madrid y colaboradora de la ONCE,en el espacio de Gestión emocional de Gente ni Hao en Radio Internacional . Junto a ella , Rocio Hidalgo , periodista y directora del
Magazin de la tarde y la Dra. Elsa Martí, médico de familia y psicoterapeuta , directora de la Escuela de Liderazgo Emocional, ele.
¿Por qué ante un trauma o cualquier tipo de circunstancia adversa unas personas son capaces de afrontarlo con éxito mientras que otras se hunden ?
La resiliencia es la capacidad que tenemos los humanos de asumir, con flexibilidad, situaciones límites y sobreponernos a ellas. Es la competencia que aporta una visión, y es, que para tocar el cielo con las manos, hay que pasar antes unas horitas en el infierno. Estas palabras dan pábulo a un dicho popular muy conocido por todos, «no hay bien, que por mal no venga». Y es que de la adversidad siempre se aprende algo, y ese algo es, nuestra capacidad de superación, una competencia desconocida para nosotros hasta que pasamos y enfrentamos una experiencia vital estresante.
Una actitud adecuada, que hace ganar positivismo frente a lo negativo que presenta la vida, es lo que en el argot marinero se denomina «capear el temporal”. Tomar conciencia de que después de la tempestad sobreviene la calma, nos lleva a crear una visión en nuestra mente de que todos los días siempre sale el sol; que para degustar los buenos sabores de la vida, tienes que sentir los sinsabores; que la felicidad no se encuentra en la ausencia de los problemas sino en ser feliz a pesar de ellos. Esto es lo que diferencia una buena o mala actitud frente a la adversidad.
Factores de personalidad, aprendizaje e incluso biológicos están implicados en el desarrollo de la resiliencia en cada uno de nosotros. Trabajar en ser resiliente implica poner al día nuestras competencias psicológicas ante situaciones de conflicto así como adquirir el compromiso de desarrollar al máximo su potencial.
La resiliencia no es una cualidad innata de la persona, es una habilidad que se aprende y se desarrolla a lo largo de la vida. Las personas resilientes no nacen, se hacen. Hay individuos que son resilientes porque han nacido en una familia donde la resiliencia es un valor a cultivar en su cultura familiar y hay otros que encuentran el camino de la resiliencia por sí solos, cambiando hábitos y creencias.
Si queremos que nuestros menores afronten las dificultades de la vida con fortaleza es necesario educarles en la capacidad de ser resilientes. Es importante mostrar un ejemplo de conducta donde ellos se puedan reflejar, es decir no a la sobreprotección en beneficio de la autoconfianza, es no tratar de evitar que se caigan sino de enseñar a que se levanten y para ello, nada como depositar la confianza en los niños y en el hecho de que ellos pueden hacerlo.
Pero ¿cómo ganar resiliencia? La clave está en nosotros, en nuestra repuesta, en nuestro comportamiento. El mayor beneficio que aporta trabajar la resiliencia es la autoconfianza. Confiar en uno mismo hace tomar conciencia de las potencialidades y limitaciones de las que disponemos, nos aporta seguridad para emprender todo aquello que deseamos y somos capaces de hacer. La autoconfianza es la mejor medicina para la desmotivación, transforma el sufrimiento en algo de utilidad, aprender de la oportunidad de conocer así mismas.
Una actitud recomendable para obtener resiliencia es dar a los acontecimientos adversos la importancia justa que merece; no maximicemos los problemas en nuestra cabeza, utilicemos un autolenguaje positivo en nuestra comunicación interior que ayude a cambiar el » Yo no puedo» por » Yo puedo, Yo consigo».
Él resiliente es un maestro a la hora de controlar y gestionar sus impulsos y emociones pues se adueña de sus decisiones de una forma racional dejando de lado la impulsividad. La persona resiliente, no se lamentan buscando el por qué de lo que acontece, buscan soluciones para encontrar el cómo superarlo. Para ello, recuerda su trayectoria personal, lo que ha sido capaz de hacer en otras situaciones de características similares donde aquello imposible se hizo posible. Busca un entorno de personas que le ayude, a relativizar la realidad externa, y le facilite la gestión de las emociones negativas de forma adecuada.
En su perfil cabe destacar la flexibilidad de pensamiento. Ante la imposibilidad de control de los hechos, enseña y entrena su mente en la gestión del cambio; adapta sus metas y diseña el cambio de planes cuando es necesario, sabe lidiar con la incertidumbre que ello genera para evitar la frustración y es perseverante en su propósito de lucha sintiéndose cómodo aunque no posea el control.
Para escuchar entrevista , pincha enlace
En la foto inferior , de izquierda a derecha , Rocio Hidalgo, Lola Bogas y Elsa Martí
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